Hace unas semanas Hernando de Soto nos sorprendió con una versión amazónica de su discurso legalista, iniciado en El otro sendero y continuado en El misterio del capital. Un discurso explícitamente post Bagua, que presentó como el nuevo evangelio para el desarrollo de la selva, gracias a la generosa cobertura que le brindaron numerosos medios de comunicación capitalinos. Por su parte, el dirigente nativo Santiago Manuin, herido seriamente el funesto 5 de junio, fue entrevistado recientemente por casi los mismos medios, que destacaron sus críticas a Pizango por dejar el país.
Lo más novedoso del primero fue que, esta vez, no presentó su recetario liberalizante en un nuevo libro, sino en un supuesto documental, de casi media hora de duración, colgado en Youtube dividido en tres partes. Como suele hacer, De Soto nos vende su discurso con una sarta de medias verdades, empezando por la de que lo que nos ofrece es un documental, cuando en realidad es, ante todo, la filmación editada de un taller que hizo en una comunidad nativa, precedida y sucedida por sus exposiciones ante la cámara. Un taller en el cual, con su habitual didactismo, desparrama ante decenas de atentos nativos, con ropa tradicional, sus conocidas recetas legalistas, que hacen de la propiedad privada el motor universal e infalible del desarrollo. Lo que está complementado con entrevistas a nativos peruanos y norteamericanos, proclives a esa convencional idea de modernidad y desarrollo. Todo lo cual le permite concluir a De Soto que, asumiendo que en el país no hay voluntad de excluir a los nativos, menos hay lugar para extremismos y violentismos, estando Pizango “mal asesorado”. Por ello, no queda más que abrazar el progreso pacífico que promete el evangelio del Instituto Libertad y Democracia.
La mayoría de críticas a De Soto apuntaron a su falta de rigor metodológico a la hora de acercarse a la realidad amazónica peruana, tomando un segmento de ella como si fuera el todo. Un segmento que usa para aplicar cómodamente su conocido discurso a toda la compleja problemática amazónica, para decirles que ellos también pueden participar en la macro empresa, como lo hacen algunas prósperas tribus canadienses. Como no pretendemos repetir las demás críticas que los analistas sociales ya han vertido al respecto, sólo queda precisar por qué no cabe aceptar como un verdadero documental el video del ILD. Por la sencilla razón de que un documental busca reconstruir una realidad social a partir del seguimiento, más o menos largo, de los hechos pertinentes y la realización de entrevistas a sus actores clave. Lo cual no puede hacerse sólo a partir de un taller de capacitación, como el del IDL, o algunas entrevistas, prácticamente homogéneas, que no aportan riqueza intersubjetiva al video. Esto es lo que diferencia una obra de arte de un panfleto ideológico audiovisual. Eso sí, impecablemente hecho, dirigido por un director norteamericano.
En cuanto a las declaraciones de Manuin, si bien se dio más importancia mediática a sus críticas lapidarias a Pizango, más relevantes fueron otras ideas suyas. Dijo muy claro que los nativos desean ser sujetos y no objetos del desarrollo, no quieren que las empresas contaminen sus bosques, ríos y su medio ambiente y que fue herido cuando trataba de dialogar con la policía. Lo más delicado de sus declaraciones fue que la masacre de la Curva del diablo fue innecesaria, pues los nativos ya habían acordado antes del 5 de junio retirarse de la zona, aunque no de la Estación 6 de Petroperú. Concluye, a diferencia de De Soto, que el gobierno es racista y les declaró a los nativos una guerra injusta, además de insultarlos.
En conclusión, las 34 muertes ocurridas ese oscuro día del ambiente fueron básicamente responsabilidad del gobierno. De modo que los pasajes discursivos de Manuin y De Soto que se han presentado como más críticos hacia el movimiento indígena terminan diluyéndose por este alcance del primero. Declaraciones que debe tomar muy en serio toda comisión ad hoc para los sucesos de Bagua, si se quiere lograr que sane la herida del pueblo amazónico que menciona Manuin. A todo esto, ¿Qué hay del avance de la lotización petrolera de la Amazonia, pese a la oposición nativa y la sangre derramada?
Por Raúl Chacón Pagán
Editorial de EL E-COCHASKI Nº 32. Notas socioambientales del Perú (y allá. Lima, 10 de octubre del 2009
Fuente: El E-cochasqui
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